jueves, 24 de marzo de 2016

CAMINO DE LOS INCAS 3º - Machu Picchu, Cuzco - PERÚ


Ese día, a pesar de que la noche había sido muy fría y habíamos pasado mucho frío, me levanté muy animada, y eso era porque sabía que esa noche podría tomar una ducha con agua caliente, y dormir en una cama. Así que después de lavarme y acicalarme en las aguas de un riachuelo que teníamos al lado de nuestro campamento, emprendimos nuestro camino. 
El recorrido de ese día iba a ser el más largo, y el más bonito, de todos los que hasta el momento habíamos hecho, nos comentaron que veríamos lagunas, y algunas ruinas. 



Después de un ascenso de más o menos hora y media, llegamos al paso de Runkurakay, situado a una altura de 3.950 metros.


Allí nos encontramos a otros grupos, que se encontraban levantando sus campamentos, y después de un breve descanso, continuamos el resto del camino, que en su mayoría era cuesta abajo.

De ese día tengo el recuerdo de ir yo sola caminando, y detrás de mí escuchar los pasos de los porteadores que venían  hacia nosotros. Realmente me sorprendía la velocidad con que lo hacían, y eso, que como podéis ver en la foto, llevaban mucha carga a sus espaldas. Al llegar a mi altura me paré para dejarles pasar, y con sorpresa vi que algunos de ellos, en lugar de zapatos  llevaban unas sandalias, y para evitar el roce en la piel se habían puesto trozos de paja que habían arrancado en el camino. 

Preparando nuestra comida

Continuamos caminando hasta que en Chaquicocha, nos encontramos con nuestros porteadores y cocineros, preparando el menú para ese día en esta peculiar cocina. Después de una buena comida, y un corto descanso nos dirigimos al campamento Wiñaywayna. No os podéis imaginar lo cansada y agotada que llegué. Pero esta vez no era por el mal de altura, si no porque el descenso fue muy empinado y en su mayoría escalonado. Supongo, que para su comodidad, los incas lo habían construido en forma escalonada, y el hecho de tener que ir bajando escalón de piedra tras escalón, también cansaba mucho.  

No todos los que llegan al campamento duermen en él, aunque si que tienen la posibilidad, de poder darse una ducha, "si pagan el precio establecido". Nosotros, después de instalarnos y darnos una buena ducha de agua caliente, nos preparamos para ir a visitar las ruinas de Wiñaywayna. Después regresamos al campamento, que tiene el mismo nombre que las ruinas, y en él cenamos, y pasamos una velada muy interesante, en compañía de otros tantos caminantes.  

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