jueves, 21 de abril de 2016

PARA AVENTUREROS - Cataluña y Andorra

Después de haber estado en la vecina Francia y haber ascendido el Tourmalet, continuamos hacia nuestro siguiente destino que era Andorra. Al pasar por Vielha, decidimos parar para estirar las piernas y comer algo. Pensamos qué por la hora que era en ningún restaurante nos darían de comer, ya que eran más o menos las 12 a.m., pero encontramos una hamburguesería de esas que tienen una plancha y una barra alrededor de ella, donde puedes ver cómo te cocinan las cosas, pedimos unas hamburguesas completas, con huevo, cebolla, tenía de todo, y nos las comimos acompañadas de una cerveza sin alcohol y después un cafetito, y de nuevo a la carretera.

Iba tan tranquila admirando el paisaje, cuando de pronto veo que mi marido se mete en una carretera de un solo carril. Bueno, de esas que no tienen la raya pintada en el medio. Asombrada, le pregunto a mi marido ¿Qué haces, a dónde vamos? Y me responde, a Andorra, pero vamos por Tor.

¡Con lo tranquila que iba admirando el paisaje, y va y me mete por sitios que ni conocíamos, y además, él tampoco sabía con seguridad si la carretera nos llevaba a nuestro destino, ni sabíamos cómo era el pueblo de Tor!. Lo único que  sabíamos era, que en Tor todavía no tenían luz eléctrica, ya que sus vecinos se negaban a tenerla.

A mi la verdad, es que ir a la aventura y por sitios que desconozco no me hace ninguna gracia, pero como a mi marido le encanta, pues me veo metida en esos berenjenales.
Mirando la carretera, que empezaba a subir con grandes repechos, me sentía por el momento un poco tranquila ya que se veía arreglada, la barrera de protección que la recorría separándonos de un río que fluya con fuerza pendiente abajo era de madera, y se veía nueva, también había tendido eléctrico.

De repente nos pasamos un desvío a la izquierda, sin ninguna indicación y no sabiendo cuál de los dos coger, mi marido empezó a retroceder, para ver si había alguna indicación y ponernos en un sitio seguro para mirar bien el mapa, también él estaba un poco intranquilo.

Cuando estábamos haciendo la maniobra para girar, vi dos 4x4 que venían hacia nosotros, salí enseguida del coche y les hice señas para que parasen, le pregunté al primero si el camino por el que íbamos iba hacia Andorra y nos dijeron que si, que ellos también iban, que hacia tiempo ya lo habían hecho, aunque ahora no estaban seguro de si se podría circular por él.

Les dije que les seguiríamos, aunque no me hacia mucha gracia, pero ya me sentía un poco mas tranquila, ya que por lo menos no estábamos solos.
De repente, cuando quedaba un kilómetro para llegar a Tor la carretera desapareció y se convirtió en una pista medio asfaltada y llena de baches. Miré a mi marido como diciéndole "¿Donde me estás metiendo?"
Tor es el pueblo más alto del pirineo con 1790m. de altura, es uno de los lugares más vírgenes y aislados del pirineo leridano. En los días más duros del invierno el pueblo queda vacío, es un lugar inédito y extraño, en el que la luz no llega. A la entrada de Tor hay un cartel que escrito en catalán dice "Cataluña tiene 2000 años y Tor ya estaba aquí"  aunque yo no lo vi. Ni tampoco el pueblo de Tor que pasó ante mi como una exhalación, los coches a los que seguíamos no pararon, se lo pasaron de largo y claro mi marido continuó detrás de ellos. El pueblo apartado de toda civilización era muy pequeño, me pareció ver un bar, saqué la máquina y comencé a disparar pero pasamos tan rápidos que ninguna de las fotos quedaron bien.



Al salir del pueblo el camino se convirtió en una pista de tierra, 11 Km. nos separaban de Andorra y para mi ya era evidente que íbamos a continuar y seguir con la aventura.



Atravesamos un pequeño riachuelo, cuando los dos coches que nos precedían pararon y nos dijeron que se iban a quedar un rato a descansar, ya que había gente en su grupo que se estaba mareando.
Mi marido no sabía si continuar ya que tenía un poco de miedo, iba forzando mucho el embrague y no sabia qué hacer, si continuar o dar la vuelta, ellos le animaron a continuar. Les pregunté si continuarían hacia Andorra, y al responder que si, pues me quedé más tranquila ya que si nos pasaba algo ellos nos verían.  



Así que nos vimos solos atravesando este precioso paisaje apartado de toda civilización.



Esta pista que une Tor con Andorra ha sido lugar para que los contrabandistas y traficantes hicieran su propio negocio al no haber control fronterizo.



A pesar de las dificultades del camino, los precipicios que habían al lado del camino, los socavones, las bifurcaciones en las que nos quedaba la duda de por dónde continuar.



Y aunque iba asustada y los metros se me hacían interminables, me daba cuenta de que merecía la pena el haber recorrido este precioso paisaje. 



Por fin llegamos a la frontera, no había ningún letrero que lo indicase, solo que el camino de tierra se convirtió en una carretera de asfalto.



Cuando bajé del coche y comencé a disfrutar del paisaje, pude ver el coche lleno de polvo y noté  un fuerte olor que provenía del motor, posiblemente era de haber forzado el embrague durante todo el recorrido.

Nos quedamos un rato admirando el paisaje, y ya más tranquilos retomamos nuestro viaje hacia Andorra. 

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